El 20 de julio de 1944 en Alemania: heroísmo, tragedia y poesía
  • Mente y Cultura
  • Volumen 2, Número 2, Julio-Diciembre 2021
  • Artículo Original
  • DOI: 10.17711/MyC.2021.007

El 20 de julio de 1944 en Alemania: heroísmo, tragedia y poesía

 

Otto Doerr-Zegers 1

1 Profesor Titular de las Universidades de Chile y Diego Portales. Director del Centro de Estudios de Fenomenología y Psiquiatría UDP.


El atentado y el juicio de la historia

Se cumplieron 75 años del atentado contra Hitler, llevado a cabo por el Coronel y Jefe del Estado Mayor de la Reserva, Conde Claus von Stauffenberg, como parte de un plan largamente preparado por la alta oficialidad alemana y que tenía por objeto terminar la guerra, devolver los países ocupados, liberar los campos de concentración y reinstalar en Alemania el estado de derecho. El atentado, como es sabido, fracasó y esto tuvo terribles consecuencias para los conjurados, para Alemania y para Europa entera. El atentado no fue bien recibido ni comprendido por los Aliados ni tampoco por el pueblo alemán (von Schulthess, 2015, p. 199). Así es como el 2 de Agosto de 1944 Churchill se refirió a él como “luchas de exterminio entre dignatarios del Tercer Reich”. En el New York Times del 9 de Agosto de 1944 se lee que “el atentado muestra más bien la atmósfera de un oscuro mundo delictual”, mientras el Herald Tribune afirma el mismo día: “Los americanos no sentirán mucho que la bomba haya dejado indemne a Hitler y que él mismo haya liquidado a sus generales. Los americanos no tienen mucha simpatía por los aristócratas y menos aún por los que gustan marchar con el paso de la oca” (von Dönhoff, 1994, p. 33). En el caso de los alemanes, hay que reconocer que para buena parte del pueblo ese acto significó traicionar a la legítima autoridad. Esta idea persistió casi una década. Recién en 1954 el entonces Presidente de Alemania, Theodor Heuss, reconoció en un discurso ante los estudiantes de la Universidad de Berlín ser admirador de la Resistencia (Steinbach, 2007, p. 122) y admitió que había existido 'otra Alemania' (von Schulthess, 2015, p. 199). Los familiares de los conjurados ejecutados, además expropiados de todos sus bienes, no tuvieron apoyo económico de la República Federal hasta mediados de los 50 (Steinbach, 2007, p. 115). Solo en las últimas décadas se ha estado realizando una ceremonia oficial en su recuerdo. Amplio reconocimiento, lograron estos héroes recién a partir de 1964, cuando le pusieron sus nombres a algunas calles y se levantaron monumentos (Steinbach, 2007, p. 122), aunque en mi opinión, no los suficientes.

Paradójicamente, el mayor y más temprano reconocimiento lo recibieron del mismo Churchill ya en 1946, quien, arrepentido de sus dichos críticos del primer momento, manifestó ante el Parlamento Británico: “En Alemania existió una oposición que se fue debilitando cada vez a causa de sus muchas víctimas y la desconcertante política internacional (¡El Acuerdo de Casablanca!), pero que pertenece a lo más noble y grandioso que jamás haya ocurrido en la historia política de todos los pueblos. Estos hombres lucharon sin ayuda ni interna ni externa, movidos solo por la intranquilidad de sus conciencias… Sus hechos y su sacrificio deben ser el fundamento de un nuevo orden. Esperamos que con el tiempo este heroico capítulo de la historia alemana encuentre su justo reconocimiento.” (Zeller, 1957, p. 323; von Schulthess, 2015, p.199).

La verdadera dimensión de la Resistencia

La Resistencia contra el régimen nazi fue mucho más importante y precoz de lo que se piensa. La descalificación que hicieron las autoridades nazis de ellos, al tratarlos como “un pequeño grupo de aristócratas ambiciosos y criminales” (Steinbach, 2007, p. 120), no corresponde en absoluto a la realidad. A ese movimiento pertenecieron, en efecto, muchos aristócratas, tanto militares como civiles, la mayoría de ellos católicos, pero también muchos que no lo eran, como políticos conservadores, socialdemócratas y comunistas, intelectuales y artistas, sacerdotes, clérigos, etc. Entre los miembros de las fuerzas armadas cabe destacar entre muchos otros al famoso Mariscal Erwin Rommel, al Almirante Wilhelm Canaris, al ex General en Jefe Barón Kurt von Hammerstein, al Mariscal de Campo Erwin von Witzleben, a los Generales Ludwig Beck, Friedrich Olbricht y Karl Heinrich von Stüpnagel, a los Coroneles Claus von Stauffenberg, Henning von Treskow y Werner von Haeften, etc., etc. Entre los civiles hay que recordar al Ministro de Economía Johannes Popitz, al Secretario de Estado Erwin Planck (hijo del gran físico Max Planck, creador de la Teoría Cuántica y Premio Nobel 1918), al ex Alcalde de Leipzig Friedrich Goerdeler; a importantes juristas, como Hans von Dohnanyi, los Condes Helmuth von Molte y Peter York von Wartenburg; a diplomáticos como los Condes Adam von Trott zu Solz y Ulrich von Hassel; a los sacerdotes Agustin Roesch, Alfred Delp, Rupert Mayer y Lothar König; al teólogo luterano Dietrich Bonhoeffer (hijo del famoso psiquiatra Karl Bonhoeffer, que describió los "tipos de reacción exógena"), etc., etc.

Entre los políticos socialistas que participaron en la Resistencia cabría mencionar, entre muchos otros, a Julius Leber, Wilhelm Leuschner, Theodor Haubach y Eugen Gerstenmeier. Casi todos fueron ejecutados después del atentado (Zeller, 1957, pp. 51-77). De los nombrados solo se salvaron el jesuita Lothar König, que logró escapar milagrosamente (Alcalá, 1991) y Eugen Gesternmeier, a quien el “Tribunal Popular”, en el último momento, le conmutó la pena de muerte por la de prisión (Zeller, 1957, p. 82). Muchos otros miembros de la Jerarquía Católica ayudaron decididamente a la Resistencia, aunque sin participar en la preparación de los atentados en forma directa. Es el caso, por ejemplo, del arzobispo de Berlín, Konrad von Preysing y del de Münster, Clemens von Gallen (von Dönhoff, 1994, p. 132).

Es interesante el hecho que la mayor parte de los miembros de la Resistencia eran personas de alto nivel intelectual y gran cultura. He aquí algunos ejemplos: Stauffenberg era, además de un alto oficial, poeta y músico. De hecho, dudó en algún momento entre seguir la carrera de cellista o la de militar. Su hermano Berthold era jurista e investigador del Instituto Max Planck, hablaba siete idiomas, era además filólogo y al momento de ser ejecutado estaba haciendo una nueva traducción de la Odisea del griego al alemán (Zeller, 1957, p.334). Peter Yorck von Wartenburg, jurista, filósofo y políglota, era nieto del gran filósofo alemán del siglo XIX, Conde Paul Yorck von Wartenburg, que tuvo gran influencia en Heidegger. (Como muestra de su vigencia baste mencionar que Carlos Peña lo cita profusamente en su reciente y notable libro, “El tiempo de la memoria”, 2019). La biblioteca del castillo de los Yorck, donde creció Peter, el héroe, tenía 150.000 volúmenes. El General Barón Kurt von Hammerstein era un hombre de gran inteligencia y cultura y tan admirado por todo el ejército alemán, que Hitler, aun sabiendo que era su enemigo desde el primer día, no se atrevió a hacerlo asesinar como sí lo hizo con tantos otros (Enzensberger, 2011, p. 100 y ss.). Adam von Trott zu Solz, jurista y diplomático, hizo sus estudios de postgrado en Oxford a principios de la década del 30 y fue tan admirado entre sus pares por su inteligencia y su cultura, que solía estar invitado en casas de figuras emblemáticas de la política y la aristocracia inglesas, como Lord Halifax, Lord Astor y Lord Lothian, donde entre otros conoció a Churchill, etc., etc. (von Dönhoff, 1994, p. 154 ss.). Todo esto contrasta fuertemente con el tipo de personas que conformaban las cúpulas nazis: sin formación universitaria, primitivos, incultos y con claros rasgos psicopáticos (Zeller, 1957, p. 335).

Muchos le han reprochado a la Resistencia el haber actuado tarde, cuando la guerra ya estaba perdida, pero esto no corresponde a la realidad. El atentado del Conde Stauffenberg fue el último de una larga serie de intentos, primero de golpes de Estado con el objeto de destituir a Hitler y juzgarlo y luego ‒ante los repetidos fracasos‒ de atentados directos en contra de la vida del dictador. El más importante intento de golpe de Estado tuvo lugar en septiembre del año 1938 y tenía por objeto impedir la guerra que Hitler deseaba a toda costa. Fue organizado por los Generales Ludwig Beck, Hans Halder y Erwin von Witzleben, con la colaboración de Kurt von Hammerstein (von Dönhoff, 1994, pp. 177 y 178). La operación de toma del poder y neutralización de las SS estaba organizada hasta el más mínimo detalle. A los ingleses se les hizo saber lo que ocurriría y se les rogó que no aceptaran los intentos expansionistas de Hitler. Estos desoyeron la advertencia y enviaron a Chamberlain, quien terminó aceptando que Hitler ocupase parte de Checoeslovaquia. Este gran triunfo diplomático de Hitler habría hecho muy impopular un golpe de Estado en ese momento y la operación tuvo que ser cancelada. El valiente Alcalde de Leipzig, Friedrich Goerdeler, envió una carta al Gobierno de Estados Unidos, de la que extraemos los siguientes párrafos: “El Acuerdo de München no fue otra cosa que una clara capitulación de Francia y de Inglaterra ante el arrogante charlatán… El final de este período de sufrimiento del pueblo alemán bajo una tiranía brutal… ha sido aplazado por tiempo indefinido… Nosotros sabíamos, desde nuestro dolor, qué camino tomaría el satánico y demoníaco Hitler. A pesar de nuestras advertencias, Chamberlain siguió los pasos señalados por Hitler…” (Zeller, 1957, p. 40).

El problema ético que implicaba el asesinato fue resuelto al constatar la alta oficialidad las matanzas realizadas por las SS en la retaguardia del frente ruso y los asesinatos masivos en los campos de concentración (Zeller, 1957, pp. 174-177). También escandalizaban a la alta oficialidad las brutalidades que cometía el régimen nazi con la población civil que mostraba algún tipo de actitud o conducta opositora al régimen. El Conde Helmuth von Moltke, que trabajaba en el poder judicial, le cuenta en una carta de abril de 1942 a su amigo inglés Lionel Curtis, entre otras cosas, lo siguiente: “25 personas son sentenciadas a muerte diariamente por tribunales ordinarios y otras 75 por tribunales militares” (von Dönhoff, 1994, p. 111). Y según las actas del Ministerio de Justicia, el número de ejecutados durante el año 1943 fue de 5.764 (Zeller, 1957, p. 337). Todo esto llevó a que desde principios de 1942 y hasta el 20 de Julio de 1944 se sucedieran ya no intentos de golpes de Estado – algo a esas alturas imposible - sino los atentados en contra de la vida del dictador, realizados consecutivamente por Henning von Treskow, Fabian von Schlabrendorff y Axel von dem Bussche, hasta llegar a los de Stauffenberg, que fueron no uno sino tres: los días 11, 15 y 20 de Julio, todos diabólicamente fracasados (Zeller, 1957, pp. 231-297). No me voy a extender en los detalles del último, muy conocido a través de películas y documentales, pero sí quisiera recordar sus terribles consecuencias: más de la mitad del total de muertes en la Segunda Guerra ocurrió entre el 20 de Julio de 1944 y la capitulación el 8 de Mayo de 1945; Hitler hizo ejecutar a alrededor de 200 conjurados o sospechosos en los primeros días, entre ellos 19 generales, 26 coroneles y comandantes, 2 embajadores, 7 diplomáticos, 3 secretarios de Estado, el jefe de la policía, algunos sacerdotes y teólogos y numerosos altos funcionarios de los más diversos ministerios y gobernaciones (von Dönhoff, 1994, p. 36). En el período posterior y hasta poco antes del término de la guerra, fueron ejecutadas 5.000 personas más (Zeller, 1957, p. 312).

Poesía y rebelión

Lo que sí no es muy conocido es la relación que tuvo la Resistencia con el mundo poético. La madre de Stauffenberg, extraordinariamente culta, fue amiga personal de Rilke y conoció también al otro gran poeta alemán del siglo XX, Stefan George (Steinbach, 2007, p. 24). Este último tenía un círculo de seguidores entre los que se contaban los tres hermanos Stauffenberg: Berthold, Alexander y Claus. Mi profesor durante la década del 60 en Heidelberg, Hubertus Tellenbach, también perteneció a este círculo y me contó en una oportunidad que Stefan George le había dado a Claus la misión de “asesinar al tirano”. A mí no me quedó claro, porque George había muerto en diciembre del 33 y el atentado fue en Julio del 44. También me contó que el lema usado por los miembros de la Resistencia para reconocerse era un verso de Rilke, el final del “Réquiem para un Poeta Suicida” (2010): “Wer spricht von Siegen; Überstehen ist alles” (“¿Quién habla de victorias?; resistir lo es todo”). Pasaron los años y ya maduro, retorné a mi amor juvenil por Rilke y traduje al castellano sus Elegías (2002/2010) y sus Sonetos (2014/2018). También me interesé en detalles de su vida y, con sorpresa, me encontré en una biografía suya (Holthusen, 1968, p. 100) una cita del poeta Gottfried Benn, en la que se refería al papel que tuvo ese verso en su generación de opositores a la dictadura nazi. Lo mismo me ocurrió con la anécdota de Stefan George. Desde aquella conversación con Tellenbach me fui interesando en la Resistencia y un día encontré en una biografía de Stauffenberg (Steinbach, 2007) un capítulo entero dedicado a la relación de los tres hermanos con el poeta (pp. 24-32), donde aparece la misma historia de la influencia que tuvo éste sobre Stauffenberg, pero con más detalles: el poeta se autoexilió en Suiza poco después de la llegada de Hitler al poder y les dijo a sus discípulos: “estamos siendo gobernados por débiles mentales”; allá enfermó y, ya a las puertas de la muerte, los 3 hermanos se trasladaron a Locarno para acompañarlo; el poeta nombró heredero a Berthold y le pasó a Claus dos poemas suyos, “El Anticristo” y “La acción”. He traducido ambos, pero puedo reproducir aquí solo algunas partes. Hacia el final del primero, “El Anticristo” (Obras Completas, Tomo I, p. 258), el poeta exclama:

“El príncipe de las alimañas expande su reino;
no hay tesoro que le sea esquivo – ni felicidad que
le haga falta
¡que se hundan los escandalizados!”
Y el segundo, “La Acción (Obras Completas, Tomo I, p. 84), termina así:
“…Él no escucha las palabras de personas bondadosas,
sino que avanza con salvajes pasos juveniles.
Y cuando ante su mano que blande una desnuda espada,
sucumbe el monstruo ahogado entre las brasas y el veneno,
sigue él su camino, iluminado por el fuego de la antorcha
y dirigiendo su bella mirada silenciosa hasta el límite del cielo”.

Los versos hablan por sí solos. No sabemos cuánto comprendió en ese momento Stauffenberg la misión que se le encomendaba, pero el historiador Eberhard Zeller (op. cit., 1957, pp. 334 y 335) relata que la viuda de Berthold, el hermano mayor de Claus, le contó que en los últimos días antes del atentado, Staufenberg se paseaba a menudo, solitario, recitando estos versos. Muchos años más tarde, revisando yo la obra de Stefan George ‒de la cual él sabía recitar 100 poesías de memoria‒ me encontré con un poema dedicado al héroe (Obras Completas, Tomo I, 1958, p. 150) que yo desconocía y que lo retrata en forma inigualable:

“Tú, caro amigo, enigma que nos martirizas.
Tu sonrisa juega y reconoce igual que yo
el abismo inescrutable entre nosotros.
Y aprecia su secreto y se regocija
de no poder nunca comprenderlo…
Y nosotros, con dolor buscamos
seguir así, sin temor, tu transformación.
Desde tu rostro emerge la mirada del vencedor.”
Santiago, 20 de Julio de 2019.

REFERENCIAS

Alcalá, M. (1991). Alfred Delp (1907-1945): jesuita pro-nazi, conjurado, mártir. Estudios Eclesiásticos, 69, 307-326.

Dönhoff, M. von. (1994). Um der Ehre willen: Erinnerungen an die Freunde vom 20. Juli, 5. Auflage (pp. 33, 36, 132, 154 ss, 167 y 178). München: Siedler Verlag.

Enzensberger, H. M. (2011). Hammerstein o el tesón (pp. 100 ss). Barcelona: Editorial Anagrama.

George, S. (1958). Werke: Ausgabe in zwei Bänden: Band I (pp. 84 y 150). München-Düsseldorf: Helmut Küpper vormals Georg Bondi.

Holthusen, H. E. (1968). Rainer Maria Rilke (p. 100). Madrid: Alianza Editorial.

Peña, C. (2019). El tiempo de la memoria (pp. 17, 71-74, 119, 128, 210-220). Santiago: Taurus.

Rilke, R. M. (2002/2010). Réquiem para el poeta Wolf von Kalckreuth. En: Las Elegías del Duino, los Réquiem y otros poemas. Traducción, Prólogo, Notas y Comentarios de Otto Dörr (pp. 248-259). Madrid: Visor Libros.

Rilke, R. M. (2004/2018). Sonetos a Orfeo. Traducción, Prólogo, Notas y Comentarios de Otto Dörr. Madrid: Visor Libros.

Schulthess, K. von (2015). Nina Schenk Gräfin von Stauffenberg:Ein Porträt, 5. Auflage 2da. ed. (pp. 196-208). München-Berlin: Piper Verlag.

Steinbach, P. (2007). Claus von Stauffenberg: Zeuge im Feuer. 3ra. ed. (pp. 24-32, 120, 122). Leinfelden-Echterdingen: DRW-Verlag.

Tellenbach, H. (1966). Comunicación oral.

Zeller, E. (1952, 1ra. ed., 1957, 3ra. ed,). Geist der Freiheit: Der zwanzigste Juli 1944 (pp. 40, 51-57, 82, 174-177, 231-297, 312, 323, 334-335). München: Hermann Rinn Verlag.