La querella de las cabezas cercenadas
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Resumen
Poco tiempo después de haber sido inaugurada, empezaron las dudas sobre la guillotina durante la Revolución Francesa. No solo en cuanto a detalles técnicos, sino algo peor: parecía como si la máquina tuviese voluntad propia y quisiese eliminar al género humano. Enloquecido por el fanatismo político y los resentimientos largo tiempo reprimidos, el pueblo cayó en una espiral de muerte. La sangre pide más sangre. ¿El comerciante no declaró la cantidad exacta del valor de su inventario? ¡Córtenle la cabeza! ¿El cochero se detuvo a charlar con unos amigos y habló con nostalgia de los buenos tiempos del ancien régime? ¡Arrástrenlo a la degollina! ¿A una pobre vieja senil, un tanto entrada en sus copas, se le ocurrió gritar ¡Viva el rey!? Pues, ¡a la guillotina con ella! ¿Se oyó a aquel otro vecino refunfuñar quejándose de lo mal que están los tiempos y de lo bien que estaban antes de la revolución? Es un traidor: ¡a la guillotina!
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