Salud mental y neurodanza
Publicado el febrero 8, 2022Francisco Gómez-Mont Avalos-Levy
Centro de Investigación en Neurohumanidades
Los humanos danzamos nuestra cultura. Danza, música, socialidad y sacralidad coevolucionaron durante miles de años. La idea de ver a la danza como potencialmente enriquecedora de la salud mental resulta intuitivamente atractiva. El cuerpo y su cerebro evolucionaron para movernos mejor y para anticipar mejor los movimientos de otros. La cognición es encarnada, inactiva y ecológica. El ejercicio implícito en la danza tiene efectos benéficos sobre la salud cardiovascular y la plasticidad cerebral (factor neurotrófico derivado del cerebro). La música tiene múltiples efectos terapéuticos, y el estado de “flow” que produce la danza grupal podría quizá relacionarse con los efectos benéficos de la meditación sobre la salud mental.
Así, el INPRFM cuenta con líneas de investigación en neuromúsica y neurodanza. Se comienzan a documentar efectos benéficos en las depresiones, en las demencias y en la enfermedad de Parkinson. Algunos de estos estudios pioneros en México fueron presentados por Sergio Abraham Reyes Pantoja, a nombre también de Enrique Flores Gutiérrez, del grupo de neuroartes del principal centro de investigación psiquiátrica del pais.
La filósofa de la mente Ximena González Grandón relacionó la cognición encarnada con la danza: “escucha tu cuerpo”. Resuena esta idea en la nueva “body neuroscience” que propone Francisco Romo. También esta filosofía postcartesiana está presente en el filósofo portugués José Gil: “danzar es pensar”.
En el Coloquio se destacaron las contribuciones de Beatriz Calvo Merino, Emily Cross y Julia Christensen en la nueva “neuroestética experimental” de la danza. La belleza y la riqueza expresiva de la danza incluye la activación de los centros del placer en el núcleo estriado ventral y sus receptores a la dopamina; también se activan los centros interoceptivos como las ínsulas y su información privilegiada sobre el estado visceral del cuerpo y sus autorrepresentaciones mentales.
Las bailarinas tienen grandes capacidades interoceptivas, superiores a las de los músicos.
Rizolatti ha documentado por medio de la neuroimagen dos circuitos cerebrales relacionados con la belleza, uno vinculado con las amígdalas (placer hedonista y gustos artísticos barrocos) y el otro con las ínsulas (eudemonismo y gustos por las clásicas proporciones áureas). Esta estructura cerebral, pliegue del manto cortical, vincula en continuidad y adyacencia al lóbulo frontal con el parietal y el temporal en cada hemisferio. Es como el “penthouse subterraneo” del cerebro no visual primario. Las dos ínsulas contienen las fantásticas neuronas de von Economo, que nos diferencian de nuestros otros 200 primos primates.
En este XIV Coloquio de Neurohumanidades, representó al mundo de la danza y la coreografia Elizabeth Torres, pionera de la investigación antropológica de las danzas mesoamericanas, defensora incansable de “la voz propia de los símbolos prehispánicos en la danza”. Su analisis de la divinidad Tezcatlipoca aspira a una vinculación con la neuropsicología.
Aura Arreola presentó la expresiva y enigmática danza Butoh, protesta expresionista por el terrorismo nuclear de Nagasaki. Resultó vertiginoso contrastar a Hijikata con Tezcatlipoca.
Aura nos invita a meditar sobre la idea de Antonin Artaud: “Quien quiera que diga sentimiento también dice intuición, es decir, conocimiento directo, comunicaciones invertidas iluminadas desde dentro. Hay una mente en la carne, pero una mente tan rápida como un rayo. Y sin embargo, la agitación de la carne participa de la materia superior de la mente”.
Añade la bailarina de Butoh, “¿de qué manera podemos disfrutar del sentido de integración, de la autorregulación de las emociones y de la autoconsciencia corporal a través de la danza?” Quizá a Antonin le hubiera ido mejor si hubiera buscado esa integración por medio de la musical danza y no de su verborreico teatro.
En el mismo sentido, pero desde el polo de la racionalidad científica, Albert Einstein nos recuerda que “la mente intuitiva es un don sagrado. La mente racional su fiel sirviente. Hemos creado una sociedad que venera al sirviente y ha olvidado el sagrado don”.
Por su parte, Andrés Franco Medina Mora ejemplificó en el Coloquio la interrelación entre la narrativa visual, la verbal y la musical con cápsulas de las películas de “West side story” así como “Dancing in the dark”.
En la inauguracion, Guillermina Natera Rey apoyo la idea de la potencial importancia terapéutica de la neurodanza en la salud mental. Nos sorprendió con los estudios de danza de la matemática rusa Sofia Kovalevskaya. Ademásle llamó la atención la abundante afluencia de enfermeras uniformadas en el Coloquio.
El evento fue coordinado por Mariana von Mohr, quien estudia en el University College de Londres el neuropsicoanalisis del “social touch”, lo que aquí algunos llamarían “caricias”. Esta otra vía sensorial, conecta con las ínsulas y no con la corteza sensorimotora, se activan los circuitos relacionados con la oxitocina.
En su intervención, Zenia Yebenes exploró las múltiples relaciones que se establecen según ella entre la locura hiperreflexiva de la modernidad y la pintura, la literatura y la danza modernas, como en Giogio de Chirico, Antonin Artaud y Vaslav Nijinsky. Afirmó que la fenomenología esquizofreniforme floreció al tiempo que se esparció la primera revolución industrial en el siglo XIX. Su primera víctima quizá fue el poeta romántico Holderlin. La primera descripción literaria se la debemos a Balzac en su relato “Louis Lambert”, publicado en el capítulo filosófico de la “Comedia Humana” en 1832. Es decir, unos 14 años antes del nacimiento de Kraepelin y de Bleuler.
La neuroestética visual, la neurocinematografía, la neuromusicología, la neuroliteratura, la neuroarquitectura y la incipiente neurodanza comienzan a revelar la forma como el cuerpo y su cerebro perciben y construyen el sentimiento subjetivo de belleza emocional, de belleza matemática (la proporción aurea de Fibonacci) y de la belleza de encontrarle sentido al devenir personal y cósmico. El Santo Grial de esta búsqueda sería conocer y saber enseñar los procesos de creatividad humana, sean artísticos, humanísticos, científicos o tecnológicos.
Este Coloquio se realizó en un Instituto de Psiquiatría donde se debaten temas de la neurociencia del sistema mototactil, del sistema auditivo musical, del sistema de observación de la acción y de la imaginativa red basal default con la percepción de la belleza en el arte: la integración neuronal multimodal, en el contexto de la neurociencia cognitiva. es aqui, en el INPRFM, donde se llevan a cabo conversatorios con bailarinas, psicólogas, coreógrafos, neuropsiquiatras y filósofos.