Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando…
Jorge Manrique (1440-1479)
“Coplas a la muerte de su padre”

Tengo el doloroso deber, como Director-Editor de SALUD MENTAL, de escribir la nota necrológica de tres ilustres figuras de la Psiquiatría internacional que fallecieron recientemente. Los tres fueron eruditos y su influencia en la psiquiatría contemporánea fue muy grande. Los tres fueron, además, amigos míos muy próximos a lo largo de muchos años. No puedo evitar, entonces, que, junto a los datos biográficos y curriculares, incluya vivencias personales. Los tres mantuvieron, además, estrechas relaciones con la psiquiatría mexicana y, en general, con los especialistas latinoamericanos: los Profesores Francisco Alonso Fernández, Pierre Pichot y Jean Garrabé. Todos ellos visitaron en varias ocasiones el país, asistieron a números congresos en los que participaron y dictaron cátedras y conferencias en distintas ciudades y universidades mexicanas. Los psiquiatras latinoamericanos que siguieron sus enseñanzas y leyeron sus obras en ambos continentes los recuerdan con admiración y gratitud.

Francisco Alonso Fernández

Prof. Francisco Alonso Fernández

El pasado 27 de junio falleció en Madrid, a los 96 años, el célebre psiquiatra y prolífico autor originario de Oviedo, Asturias, habiendo disfrutado de una intensa e interesante vida dedicada a la clínica, la investigación y la enseñanza. Poseedor de una inteligencia y una cultura sobresalientes, era además un hombre de gran corazón que brindó a sus colegas y alumnos de ambos lados de la mar Océano un gran apoyo académico y una amistad sin fisuras. Tras vivir una primera juventud marcada por la cruenta Guerra Civil y sortear las dificultades derivadas de que su padre era un militante republicano perseguido por la dictadura franquista, realizó sus estudios profesionales en la Universidad de Madrid y al concluirlos siguió su formación en las Universidades de Viena y Zúrich, Su adhesión a las escuelas fenomenológica y analítica existencial le permitió agregar una visión humanística y filosófica al enfoque psicopatológico y nosográfico, esencialmente biológico, de la tradición psiquiátrica española influida por las escuelas francesas y germánicas en su vertiente kraepeliniana. Su primera adscripción por oposición (las oposiciones en España, hay que señalarlo, son de un rigor y una dificultad extremos) fue como médico jefe de Psiquiatría e Higiene Mental del Instituto Provincial de Sanidad de A Coruña, en 1949. En 1970 obtuvo por este método de selección la Cátedra de Psiquiatría de la Universidad de Sevilla y siete años después la de Psiquiatría y Psicología Médica de la Universidad Complutense de Madrid, como sucesor del profesor Juan José López Ibor. Durante los trece años que la ocupó su servicio hospitalario universitario destacó con especial brillo y fue la Meca de un elevado número de especialistas hispanoamericanos que ahí se formaron con gran provecho dentro de ese enfoque pluridisciplinario. Al mismo tiempo, y durante los años siguientes, cuando en 1990 se le nombró Catedrático Emérito de ese Departamento, el profesor Don Francisco Alonso Fernández desarrolló una prestigiosa carrera como conferencista internacional, fundó y presidió múltiples sociedades académicas y escribió más de cincuenta libros que muestran la amplitud y la originalidad de su visión y de sus intereses. Recibió múltiples y merecidos honores de los que, dado su abrumador número, sólo podemos mencionar algunos. En 1978 fue recibido como Académico Numerario en la Real Academia Nacional de Medicina de España, y un año después ingresó al Seminario Mexicano de Cultura.

En 1981 fundó la revista “Psicopatología” que dirigió durante los 26 años de su existencia, y en 1994 creó y presidió una institución benemérita que tuvo gran trascendencia para los especialistas del orbe iberoamericano: el Instituto de Psiquiatras de Lengua Española, que reunía bianualmente, una vez en una ciudad española y la siguiente en una hispanoamericana, a un selecto número de colegas que presentaban trabajos originales y de alto nivel. Cuando en 2010 se le nombró Presidente de Honor, pues deseaba pasar la estafeta a un colega más joven, el especialista sudamericano que aceptó el reto no pudo más que darle a esta sociedad cristiana sepultura. El Profesor Alonso Fernández recibió cuatro Doctorados Honoris Causa (Universidades de Buenos Aires, Oporto, Montevideo y Santo Domingo) y dictó conferencias en muchas otras instituciones europeas y americanas como la UNAM, la Universidad de Guadalajara y el INPRFM, entre muchas otras.

El Profesor Alonso Fernández anudó una relación amistosa muy fuerte, llena de admiración, hacia el Profesor Don Dionisio Nieto Gómez, una de las personalidades más destacadas de la generación de científicos de la emigración republicana y una de las figuras tutelares de la psiquiatría mexicana. Cuando éste murió, en 1985, Don Francisco adquirió la rica biblioteca políglota de Nieto, que incluía las obras fundamentales, clásicas, de la psiquiatría francesa, alemana, inglesa, italiana y española de los siglos XIX y XX. Entre sus joyas se encontraba la traducción al español, de 1804, de la primera edición del Tratado de Philippe Pinel y la “Historia Natural” de Plinio el Viejo, en la edición bilingüe latín-francés de la colección Universités de France, de la Editorial Belles Lettres y la Société Guillaume Budé. Por diversas malhadadas razones esa biblioteca excepcional no pudo ser adquirida por alguna institución nacional. Pude consultar, empero, algunos volúmenes en su departamento biblioteca de la madrileña calle de Blasco de Garay.

La última vez que tuve el gusto de encontrar al profesor Alonso-Fernández fue en 2016 cuando apadrinó mi ingreso en la Real Academia Nacional de Medicina de España.

En mi Discurso de Ingreso pude agradecerle su munífico patrocinio a lo largo de tantos años.

Dentro de su rica producción bibliográfica podemos citar los siguientes títulos:

  • Fundamentos de la Psiquiatría actual,
  • Formas actuales de neurosis,
  • Compendio de Psiquiatría,
  • La Depresión y su diagnóstico: nuevo modelo clínico,
  • Psicología médica y social,
  • Estigmas, levitaciones y éxtasis,
  • La personalidad del alcohólico,
  • Psicología del terrorismo,
  • Las otras drogas,
  • El talento creador,
  • Psicopatología del trabajo,
  • Los secretos del alcoholismo,
  • El enigma Goya (para el que tuve el honor de escribir la Presentación),
  • Historia personal de los Austrias españoles,
  • Claves de la depresión,
  • Las nuevas adicciones,
  • Fanáticos terroristas,
  • Don Quijote y su laberinto vital,
  • El hombre libre y sus sombras (Antropología de la libertad),
  • ¿Por qué Trabajamos? (el trabajo entre el estrés y la felicidad),
  • Las cuatro dimensiones del enfermo depresivo,
  • Historia personal de la monja Teresa de Jesús,
  • Manual de psicohistoria,
  • Don Quijote, el poder del delirio,
  • La depresión, todas las respuestas para entenderla y superarla,
  • Creativos y genios, cómo reconocer su talento.
Pierre Pichot

El día 23 de julio de 2020, falleció en París, pocos meses antes de cumplir 102 años, el ilustre profesor Pierre Pichot. Alcanzó así la misma longeva edad que un alienista de la generación anterior a la suya: el profesor Henri Baruk, que ostentaba el récord de supervivencia de los especialistas franceses. Había nacido en La Roche sur Yon el 3 de octubre de 1918. Recibió una formación paralela en matemáticas y en psicología, siendo uno de los introductores de la psicometría en Francia. Esto lo condujo a difundir más tarde el enfoque clinimétrico y el DSM entre los colegas de ese país, algo renuentes en un principio, apoyado en su profundo conocimiento de las diferencias nosográficas que existían en ambas orillas del Atlántico. Desde su juventud destacó por su inteligencia y su cultura enciclopédica. Fue uno de los colaboradores más próximos del profesor Jean Delay, titular de la Cátedra de Enfermedades Mentales y del Encéfalo de la Universidad de París, cuya sede es el Centro Psiquiátrico Sainte-Anne. Como es sabido, ese centro hospitalario-universitario fue un semillero de especialistas internacionales francófonos y habría de distinguirse excepcionalmente en la historia de la psiquiatría mundial por ser el lugar donde se introdujo el uso de la clorpromazina, el primer medicamento antipsicótico moderno.

El profesor Pichot, irónico, elegante como un lord inglés, fumador empedernido de pipa hasta sus últimos días, era además un notable políglota que hablaba perfectamente y sin acento extranjero, el inglés, el alemán y el español. Fue Presidente de la World Psychiatric Association entre 1977 y 1983. Enfrentó ahí delicados problemas de índole política y su habilidad diplomática evitó que los psiquiatras de la Unión Soviética abandonaran esa organización. Fue un viajero infatigable y recorrió buena parte del mundo dictando conferencias, recibiendo honores académicos y como parte de jurados para exámenes de doctorado en diversas universidades.

El número de sus artículos científicos publicados en revistas de primer nivel es enorme. No obstante, los libros de los que es autor no son tantos (tal vez porque tenía en horror a los autores graforreicos). Entre sus obras más conocidas se pueden mencionar:

  • Les tests mentaux, 6e éd., Paris, Presses universitaires de France, 1967,
  • Abrégé de psychologie (en coautoría con Jean Delay), 3e éd., Paris, Masson, 1975,
  • Les voies nouvelles de la dépression. Paris, Masson 1978,
  • Un siècle de psychiatrie, Laboratoires Roche éd. 1983. (Existen traducciones al español de todas ellas),
  • La psiquiatría actual. Madrid, Triacastela, 2009 (publicada originalmente en esta lengua).

El profesor Pichot anudó lazos privilegiados con México a donde viajó en múltiples ocasiones y renovó, con éxito, las relaciones franco-mexicanas en el campo de la psiquiatría que habían sufrido un cierto deterioro a partir de la II Guerra Mundial. Visitó varias ciudades y cultivó la amistad de los profesores Dionisio Nieto y Ramón de la Fuente. Dictó conferencias en la UNAM y la Asociación Psiquiátrica Mexicana lo nombró Miembro de Honor. En 1980 escribió el Prólogo de mi edición del Curso “Psicología de los Sentimientos” que Pierre Janet dictó en 1925 en la Universidad de México. Un año antes yo había traducido para SALUD MENTAL su artículo “Hipócrates, Aristóteles, Galeno y la psiquiatría antigua”, que se convirtió en el texto introductorio para la asignatura de Historia de la Psiquiatría que dictó en el INPRFM. Desde sus primeras visitas quedé sorprendido de su profundo conocimiento de la historia y de la literatura mexicanas, prueba de su notable erudición. Había descubierto, por ejemplo, quiénes eran los personajes históricos que se ocultaban tras la transposición literaria de la novela “El águila y la serpiente” de Martín Luis Guzmán. Esta afición por México lo condujo también al descubrimiento de un elemento no despreciable de la cultura gastronómica mexicana, a la que, al contrario del profesor Alonso Fernández, tenía en alta estima: el Cóctel Margarita, buen ejemplo de las relaciones franco-mexicanas puesto que combina el tequila con el Cointreau. Se convirtió en un experto y lo ofrecía frecuentemente a sus amigos. Su relación con México incluyó también una peligrosa anécdota: exactamente 60 años después de la visita de Pierre Janet, el profesor Pichot se encontraba en México el 19 de septiembre de 1985, en un piso muy elevado del hotel Camino Real, donde vivió la terrorífica experiencia del terremoto que destruyó una gran parte de la ciudad. Gustaba relatarla y subrayaba su sorpresa de que su desayuno le fue llevado a su habitación solamente con cinco minutos de retraso, con la excusa apenada del mesero: “-Perdón, señor, pero es que acabamos de tener un pequeño temblor de tierra” …

En una época en la que yo viajaba frecuentemente a París, le visitaba en cada ocasión en su departamento de la Rue des Fossés Saint-Jacques, en el Barrio Latino, y charlábamos sobre la historia de la psiquiatría francesa, tema en el que era uno de los mayores expertos, mientras bebíamos una botella de champaña que había sacado de su cava. En 2018 fui invitado a participar en la sesión homenaje a su centésimo aniversario que le dedicó la Société Médico-Psychologique de París, donde presenté la comunicación “Le Professeur Pichot et le Mexique” que apareció publicada en los Annales Médico-Psychologiques. Para ese momento conservaba su lucidez, pero su estado de fatiga le impidió asistir. Mi comunicación incluye, junto al reconocimiento de su eminente papel como profesor en Francia y en México, mi testimonio de admiración y gratitud por su gentileza hacia mí y hacia mi familia. Atrás de su aparente frialdad y de sus juicios severos (a veces devastadores) sobre sus colegas contemporáneos de ambos continentes, descubrimos un hombre de gran corazón.

Jean Garrabé

Don Juan Manuel Garrabé de Lara, ilustre psiquiatra e historiador franco-español, falleció en París el pasado trece de septiembre, a los 89 años, tras una productiva vida dedicada a la clínica, a la escritura de textos eruditos y a la enseñanza. Nació en Berck-sur-Mer en 1931, hijo de un diplomático francés originario de Saint Jean-de-Luz y de una dama española perteneciente a una antigua y muy ilustre familia castellana. Uno de sus bisabuelos fue el doctor Manuel Isidro Osío, venezolano que fue a estudiar a Francia y que fundó el primer servicio de oftalmología de Barcelona (y uno de los primeros en proponer el uso de la cocaína en la cirugía del globo ocular). El profesor Garrabé vivió su infancia en Madrid y realizó sus estudios en el Liceo Francés de esa ciudad; más tarde viajo a Paris para seguir la carrera de medicina eligiendo la especialidad psiquiátrica, como Docteur Jean Garrabé, junto a una de las figuras legendarias de la psiquiatría francesa del siglo XX: Henri Ey, del que fue uno de los alumnos más próximos en el Hospital Psiquiátrico de Bonneval.

Tras haber sido nombrado interno de los hospitales psiquiátricos de la región del Sena en 1958, se interesó en la historia de la psiquiatría. Por esa fecha realizó un psicoanálisis en la Sociedad Psicoanalítica de Paris.

Más tarde llegaría a ocupar la Dirección del Instituto Marcel Rivière, institución de medicina mental adscrita al Ministerio de la Educación Nacional, cuya sede es el Castillo de la Verrière, construcción antigua de gran belleza donde los pacientes psiquiátricos reciben una atención integral de alto nivel, y que además se caracterizaba por tener una de las mejores cocinas entre los hospitales de Francia. Al tomar su jubilación se mudó a su departamento de la Place Pinel, en el distrito XIII de París, muy cerca de La Salpêtrière, donde apenas cabía la extraordinaria biblioteca que logró reunir este bibliófilo afortunado (un día encontró con un anticuario las Obras Completas de Charcot, las que adquirió a pesar de su enorme coste. Esa misma noche le llamó el anticuario para proponerle la recuperación del tesoro con un beneficio, a lo que Don Juan Manuel se negó).

Fue psiquiatra honorario de los hospitales de Paris y Miembro Honorario de la Asociación Mundial de Psiquiatría. Asimismo, fue Director de Enseñanza Clínica de la Unidad de Enseñanza e Investigación (UER) de la Universidad René Descartes de París desde 1989, y Presidente de Honor de la Société L’Evolution Psychiatrique y de la revista del mismo nombre fundadas por Henri Ey en 1925. Presidió también la Société Médico-Psychologique de Paris.

Su pertenencia a las tradiciones y mentalidades francesas y españolas le otorgó una amplia visión cultural y le permitió actuar en ambos orbes espirituales tanto en Europa como en América. Viajaba constantemente entre París y las grandes ciudades hispánicas donde dictaba conferencias y dirigía tesis de especialización, pero estaba especialmente orgulloso de su nacionalidad gala y de ser un auténtico parisino. En una ocasión en que asistíamos a una reunión con nuestros colegas de allende el Pirineo, al ver que éstos discutían animadamente “a la española” (es decir a grandes voces, con energía impositiva y sin escuchar los argumentos del otro), me comentó al oído: “-¡Qué hubiera sido de mí si me hubiera quedado en España!”… Siempre concluía sus conferencias dictadas en español con la frase “Je vous remercie de votre attention”.

Conocí al Profesor Garrabé en un Encuentro Franco- Mexicano de Psiquiatría que organizó una firma farmacéutica francesa en un hotel de la Ciudad de México, a principios de los años 1990, al que asistieron también los Profesores Pierre Pichot e Yves Pélicier, de feliz memoria. Ahí me obsequió su Dictionnaire Taxinomique de Psychiatrie que había publicado en 1989 la editorial Masson. La obra me pareció de gran utilidad para los especialistas hispanófonos y le propuse traducirla, lo que entusiasmó al autor, a su editor y al Fondo de Cultura Económica (el de entonces, por supuesto). La primera edición en español apareció, pues, bajo ese sello editorial en 1993. Cada entrada incluye su nombre en español, francés, inglés y alemán. Tres años después se publicó mi traducción de su obra “La noche oscura del Ser. Una historia de la esquizofrenia” (que había obtenido en Francia un prestigioso premio editorial), análisis erudito de la evolución del concepto, su fenomenología y sus repercusiones nosológicas y psicopatológicas, y en 2002 la de “Henri Ey y el pensamiento psiquiátrico contemporáneo”, en la que el autor ofrece una visión didáctica de las principales aportaciones de su maestro, actualmente en proceso de revaloración (se han traducido algunas de sus obras al japonés en paralelo a la traducción de las de Marcel Proust). Estas dos últimas en la Biblioteca de Psicología, Psiquiatría y Psicoanálisis del FCE. Como autor distinguido de esta editorial, su Director, el licenciado de la Madrid, le ofreció una comida (O tempora! O mores!) en las nuevas instalaciones de esa casa en uno de sus muchos viajes a México.

El profesor Garrabé estableció así un vínculo intelectual y afectivo con nuestro país que desbordó con mucho el campo médico. En cada viaje a esta Ciudad gustaba realizar un recorrido museístico peatonal que lo conducía del Museo Nacional de Arte, en la plaza Tolsá, al Palacio de Bellas Artes y al Museo Franz Mayer, para concluir en el Museo de San Carlos en la calle Puente de Alvarado. Juntos conocimos, asombrados, la obra de Julio Galán en la exposición que le dedicó el Museo de Arte Moderno. Leía a Sergio Pitol y a Jorge Volpi, gustaba de la música de Arturo Márquez. Se interesó por los Hai-Ku de José Juan Tablada y por el viaje que realizaron en el siglo XIX los astrónomos mexicanos al Japón para estudiar el paso de Venus por el disco del sol. Siempre atento a las noticias sobre México, se sorprendió que este país fuera representado en unos Juegos Olímpicos de Invierno por un nativo inesperado: el Príncipe von Hohenlohe und von Furstemberg.

Visitó varias veces la ciudad de Guadalajara invitado por su alumno el doctor Sergio J. Villaseñor, y la Universidad de Guadalajara le nombró Profesor Honorario. Ahí aprendió además a comer correctamente un taco mexicano (lo que no es fácil para muchos franceses) y el significado del mejicanismo “apapacho”.

Durante 30 años sostuvimos una frecuente correspondencia la que, unida a nuestras conversaciones periódicas en México o en Francia, reforzó una amistad intelectualmente muy estimulante que él calificaba con un concepto del siglo XVIII: le commerce des idées. La última vez que nos vimos fue en 2018 cuando presidió la Sesión de la Société Médico-Psychologique en Homenaje al Centésimo Aniversario del Profesor Pichot. Pocos días después visitamos la Biblioteca Charcot en la Salpêtrière. Un año más tarde fue ingresado en esa institución hospitalaria que tanta importancia tuvo para la historia de la Psiquiatría y para nuestras respectivas vidas. El 18 de diciembre de 2019 me escribió desde ahí por medio de su teléfono portátil: “Je ne souffre pas trop”.

Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
que es el morir:
allí van los Señoríos,
derechos a se acabar
y consumir;

San Lorenzo Huipulco, Noviembre de 2020.